domingo, 25 de enero de 2009

Una historia con ecos bíblicos

El recién nacido hallado me recuerda el episodio de Moisés, cuando es encontrado a orillas del Nilo. Moisés significa “salvado de las aguas”; el niño encontrado fue salvado de la riada de la indiferencia y de las olas de la desesperación. El nombre de Cordero también me evoca las alusiones bíblicas a Jesús, como cordero de Dios. Si a través de María se hizo posible la encarnación del amor en su hijo, aquella buena mujer, María Cordero, hizo posible otro nacimiento. La Iglesia asumió la maternidad espiritual del nuevo bautizado, que se convirtió en hijo de Dios y en pastor. Moisés y David son personajes bíblicos que se convierten en líderes de su pueblo. La figura del pastor también está ligada a Jesús de Nazaret. San Juan, en sus parábolas, llama a Jesús el pastor que cuida a sus ovejas.

El pastor emprendedor

Con ese pequeño bebé, desconocido y abandonado, se inició una larga historia que llegaría hasta hoy. Aquel niño se convirtió en un pastor emprendedor que reunió mucho ganado y fue responsable de una enorme hacienda. Su habilidad para los negocios le llevó a aumentar el patrimonio hasta convertirse en un prestigioso ganadero de la comarca. Así lo recordaban sus hijos y nietos.

El niño abandonado se convirtió en niño hallado. Jayao fue el mote que los habitantes del pueblo le dieron a él y a sus descendientes. El bebé que había derramado lágrimas de desamparo conoció el calor y la alegría de un hogar generoso; de la incertidumbre pasó a una existencia llena de ilusiones y proyectos. Todo esto fue porque, en una noche oscura, el niño abandonado en una repisa fue recogido por una familia que le brindó un hogar. Unas manos cálidas y unos brazos que lo mecieron con ternura cambiaron el porvenir de mi bisabuelo, el primero de mi linaje.

Joaquín “de la Iglesia” se casó con Dolores Morón. Tuvieron seis hijos: Baldomero, Agustín, Francisco, Agustina, María y Rafael. Agustín Iglesias Morón es mi abuelo paterno.

No hay comentarios: